Las autoridades y los expertos reconocen las bondades del PAI en el país, pero insisten en la necesidad de fortalecerlo con inversión propia para enfrentar los brotes de algunas enfermedades que se creía habían desaparecido, recuperar los índices de inmunización que se tenían en pandemia y responder a los planes mundiales de erradicación de enfermedades transmisibles.
Aunque el PAI de Colombia puede considerarse más o menos completo, el principal desafío para la vacunación en el país es revisar la financiación de la salud pública de manera que permita garantizar los recursos suficientes para alcanzar coberturas óptimas e incluir vacunas que no lo están y aquellas nuevas que van apareciendo.
Así lo afirma Gabriel Carrasquilla, presidente de la Academia Nacional de Medicina, al indicar que los recursos asignados al PAI no alcanzan a cubrir esas otras vacunas que se deberían incluir en los planes de inmunización: “que no se haya introducido la vacunación para el adulto mayor ni meningococo en primera infancia, se debe a que los recursos asignados al Programa de Inmunización no alcanzan a cubrir esas otras vacunas que se deberían incluir en los planes de inmunización. Los recursos de salud pública que vienen del Presupuesto General de la Nación deben fortalecerse para lograr coberturas óptimas e incluir vacunas que no han incluido”.
Carrasquilla, magíster en Salud Pública y en Enfermedades Tropicales, y doctor en Epidemiología de la Universidad de Harvard, considera que la intervención en salud pública más importante en el siglo XX fue la vacunación: “la inmunización para prevención de enfermedades es absolutamente indispensable en el mundo entero y ha tenido un impacto sustancial en el aumento de la expectativa de vida, en la disminución de la mortalidad, en el mejoramiento de las condiciones de salud y en la disminución de pérdidas económicas. En una publicación del año 2000 se demostró que la intervención en salud pública más costo-efectiva es la vacunación, es la que más vidas ha salvado en el siglo XX. Por ello hay que darle mucha prioridad a esta intervención”.
El académico estima que el PAI tiene pendiente incluir algunas vacunas: “aunque el programa para la primera infancia es bastante bueno, es fundamental incluir la vacuna antimeningococo porque no tenemos mucha frecuencia de esa enfermedad, pero sí se puede presentar. Y a pesar de la pandemia de COVID-19, todavía no está incluida la vacuna de COVID en el Plan de Inmunizaciones. Y también tenemos una deficiencia grande en la vacunación para los adultos mayores de 60 años”.
Carrasquilla explica que para los mayores de 60 años solamente está aprobada la vacuna contra la influenza, pero falta aprobar la vacuna contra neumococo y herpes zóster, dos enfermedades muy comunes en esta población: “la mortalidad por neumonía por neumococo en adultos mayores es importante y se debe incluir la vacuna más reciente, la PCV13, que tiene 13 cepas diferentes de neumococo. Ahí hay un gap (brecha) grande en el Plan de Inmunizaciones, es muy importante para los adultos mayores incluir esas vacunas de varicela o herpes zóster y neumococo”.
También señaló que cuando empezó la vacunación para COVID-19 en el 2021 los costos eran muy importantes, pero estos ya disminuyeron; además, como las cepas cambian constantemente porque se actualizan las cepas en transmisión, probablemente con la vacuna contra la COVID sucederá lo mismo que con la vacuna contra la influenza, cuyas cepas cambian cada año y por ello es necesario que cambiar la vacuna. “Hay que incluir la vacuna porque vamos a seguir teniendo COVID en transmisión, todavía hay mortalidad por COVID, todavía hay hospitalización por COVID”, indicó.
El académico también advirtió que existe una cobertura muy baja en un programa supremamente importante como la vacunación contra el VPH, de alrededor del 30%. Así lo manifestó: “en el 2014 se presentó el ‘evento de Carmen de Bolívar’ donde se rechazó la vacuna contra el VPH y eso llevó a que la cobertura en vacunación de VPH en el país bajara extraordinariamente, se cayó al mínimo. El cáncer de cuello uterino en su momento fue la primera causa de muerte por cáncer en mujeres, y gracias sobre todo a la prevención, a la detección temprana por citología vaginal, ha disminuido pero no ha desaparecido: sigue habiendo mortalidad por cáncer de cuello uterino cuando es una enfermedad prevenible por vacuna. Ya está claramente demostrada la asociación del VPH con el cáncer de cuello uterino, que entre otras cosas una de las más activas investigadoras del tema, la colombiana Nubia Muñoz, fue quien básicamente estableció esa asociación. En esa vacunación tenemos una falla todavía grande”.
Y para enfrentar el dengue en Colombia, como el gran brote que se presenta en Huila, Tolima, Valle del Cauca y la costa Norte, indicó Carrasquilla que hay una vacuna aprobada por el Invima y otra en proceso de aprobación. La aprobada tiene el inconveniente de que debe aplicarse en áreas de muy alta transmisión, donde la gente ya haya tenido contacto con el virus de dengue; en una investigación llevada a cabo en Quindío se encontró que en una ciudad como Calarcá el 80% de personas eran positivas, es decir que ya habían tenido contacto con el virus; y en otra población como La Tebaida, el 97,5% de los entrevistados a quienes se les tomó prueba para anticuerpos habían tenido contacto con el virus. Esa vacuna está aprobada y es muy apropiado aplicarla en zonas endémicas donde se presentan brotes con alguna frecuencia, porque el dengue tiene un comportamiento de epidemias o brotes cada tres a cuatro años en África y en Colombia, reiteró el salubrista.
Agregó que existe otra vacuna tetravalente, esto es contra las cuatro cepas del virus del dengue (1, 2, 3 y 4), que está sometida al Invima para aprobación y todavía no está aprobada. Dicha vacuna no tiene la restricción de que tenga que ser inoculada solamente en áreas altamente endémicas, de manera que podría considerarse su aplicación porque si bien la mortalidad y el dengue grave no son tan frecuentes en Colombia, todavía se presenta mortalidad por esta enfermedad.
Y en cuanto a la vacuna contra la malaria, Carrasquilla indicó que ya se tienen dos y se probaron en África. La malaria la producen cuatro parásitos distintos, todos del género Plasmodium (P); el P. falciparum y el P. vivax son los más frecuentes y causan el 99% de la malaria en Colombia. El P. falciparum produce alrededor del 30% o el 35% y el P. vivax algo más del 60%. Hay vacuna disponible para Plasmodium falciparum que causa la malaria más severa y con una tasa entre 600.000 o 700.000 muertes por malaria en África en menores de 5 años. En Colombia la mortalidad por malaria es muy baja, con 4 o 5 casos anuales, o años con hasta 8 casos de muerte por malaria.
Aclara el académico que esas vacunas no llegarán a Colombia todavía porque su aprobación es reciente y se están aplicando en varios países de África: la vacuna R21/Matrix se aprobó el año pasado y apenas se está empezando a aplicar, y la RTS,S que inició su aplicación masiva en el 2022 apenas se está distribuyendo. Con estas vacunas se empieza a tener algunas coberturas, pero los laboratorios no tienen todavía la capacidad de producir la cantidad de biológicos necesarios para cubrir África, en primer lugar, donde hay más malaria y mortalidad por malaria en niños pequeños; por tanto, aún no llegará vacuna contra la malaria a Latinoamérica ni a Colombia, el país que más P. falciparum tiene en los cuatro departamentos de la costa Pacífica y la punta de Tierraalta en Córdoba y el Urabá antioqueño. Y aunque se han realizado varios intentos de producir una vacuna contra el P. vivax —tal vez uno de los más importantes es el de la Universidad del Valle—, no se ha llegado siquiera a una fase tres de investigación, no hay una vacuna disponible para este parásito.
Finalmente, el presidente de la Academia Nacional de Medicina reiteró que Colombia perdió la oportunidad de producir vacunas, como una contra la rabia que producía el INS. Recordó que al inicio de la pandemia por COVID-19 un grupo de empresarios quiso apoyar al Gobierno en lo que se requiriera para la vacunación contra la COVID-19; como asesor en salud pública de ese grupo de “cacaos colombianos” participó en la evaluación de la posibilidad de que Colombia hiciera el proceso de envasado y terminado (fill and finish), traer la vacuna a Colombia para envasar y armar las dosis, pero a finales de 2020 se concluyó que el país no tenía la capacidad para esa labor de traer la vacuna en toneladas y envasarla y distribuirla desde aquí a otros países.
Para avanzar hacia la eliminación de enfermedades transmisibles, Colombia debe enfrentar la tendencia a la baja en las coberturas de vacunación en la pospandemia con estrategias participativas de reforzamiento de los programas de inmunización en el país.
Así lo afirmó Eduardo Guerrero Espinel, médico salubrista y presidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública, al reiterar que Colombia es uno de los países de la región de las Américas que siempre ha marcado una pauta muy positiva con el PAI y que ahora enfrenta el desafío de mejorar coberturas.
El experto explicó: “Colombia ha sido un país líder e incluso ha tenido hitos importantes reconocidos a nivel internacional. Pero tenemos que reconocer que con la pandemia la mayoría de los países en la región de las Américas tuvieron una baja de las coberturas de inmunizaciones que afectaron muchísimo a la población y a grandes grupos de ciudadanos y familias, especialmente madres y niños. También debemos reconocer que coincide con una ola internacional de programas y propuestas antivacunas. Infortunadamente vimos efectos del 2020, 2021 y 2022 en casi todos los países de reducción de cobertura de inmunización que preocuparon a toda la región de las Américas; y Colombia no fue la excepción: teníamos coberturas del 90% al 95% y se bajaron al 70% o 75%, mucha gente quedó sin cobertura durante ese período pospandemia”.
Guerrero Espinel reconoce que Colombia ha recuperado coberturas en forma importante y que, si se compara con otros países, podría ocupar el quinto lugar en la región de las Américas, mientras Brasil, por ejemplo, no ha logrado recuperar muchísimas coberturas en los programas de inmunización. Sin embargo, advierte que si bien Colombia se ha repuesto del fuerte descenso en la pospandemia (2021-2022), y logró subir a coberturas del 80%, el 85%, el 90% en algunas vacunas, en muchas otras se observa tendencia a la baja.
Esta situación constituye un llamado de alerta importante para el país, frente a lo cual indica el experto: “todas las Secretarías de Salud, todas las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud y toda la gente que de una u otra forma estamos cercanos a la salud pública tenemos que preocuparnos y preguntarnos qué está pasando y cómo reforzamos la vacunación. También es necesario tomar algunas medidas para garantizar la disponibilidad de las vacunas”.
Agregó que debemos reconocer las dificultades, pero también el apoyo de organismos internacionales como el Fondo Rotatorio de la OPS para mejorar la distribución y la disponibilidad de las vacunas, una ayuda importante. El reto entonces es mejorar el funcionamiento de la red de instituciones públicas, de hospitales, centros y puestos de salud, así como de las personas en formación en las universidades para que tengan mentalidad positiva para procurar la eliminación de enfermedades mediante el mejoramiento de coberturas, la identificación de obstáculos y poner el rasero más alto para avanzar en ese sentido.
Guerrero Espinel destacó al respecto el lanzamiento en Bogotá, el pasado 10 de mayo, del Plan Nacional de Eliminación y Erradicación de Enfermedades Transmisibles, que le apuesta a unas 25 enfermedades con una serie de estrategias muy importantes en la región de las Américas. Agregó que dicho plan propone reforzar la atención primaria en salud para mejorar los planes de vacunación y reforzar la actuación sobre determinantes sociales de la salud porque hay elementos culturales, socioeconómicos y geográficos que inciden, ya que en los municipios más lejanos están las coberturas más bajas. Por ello es necesario robustecer la participación de asociaciones y alianzas académicas que participen en procesos de este tipo, para avanzar en la eliminación de enfermedades.
El experto explicó: “el Plan de Eliminación de Enfermedades Transmisibles reforzará el Programa Ampliado de Inmunizaciones y le pone una meta mucho más fuerte: no solo lograr coberturas altas de inmunización sino plantear la eliminación de un grupo de enfermedades. Eso es bastante positivo y necesitamos hacer grandes esfuerzos con las Secretarías de Salud, con los prestadores de servicios, en general con el sistema de salud que invierte recursos muy importantes. Tener una inversión de $96 billones en salud, casi cercana al 8% o el 8,1% del Producto Interno Bruto, es un dinero importante cuyo uso tiene que modificarse en el sentido de no gastarlo todo en la parte final de la enfermedad, sino gastar más dinero para prevenir, para mantener sanos, para evitar los problemas de salud, para proteger la vida, y con este plan incluso eliminar enfermedades. Eso implica trabajar con equipos de emergencia, equipos de respuesta rápida en esos conglomerados donde todavía tenemos sífilis congénita, VIH congénito, enfermedades que se transmiten durante la gestación, e implica acelerar las propuestas y los planes de trabajo para poder avanzar”.
Y con respecto a la producción de vacunas, recalcó que esta debe hacerse realidad en Colombia y otros países: “es una propuesta de soberanía sanitaria para la región de las Américas porque la pandemia nos mostró la necesidad de no depender de otros para tener disponibilidad de vacunas, debemos generar centros estratégicos de producción de vacunas en esta región. Y como no es un problema solo de Colombia, el país debe tener alianzas con otros países para lograr producción de alta calidad, con alta disponibilidad para las vacunas en nuestro medio; eso significa un acuerdo internacional donde por ejemplo México puede ayudar a países de Centroamérica, donde Colombia y Brasil puedan generar una fortaleza en la región de los países amazónicos, y Argentina, Chile y Uruguay pueden tener otros centros de producción”.
Indicó que se está trabajando en esta propuesta: “el sector privado está tratando de apoyar ese tipo de iniciativas y es válido tener centros de alta especialización, de alta capacidad de producción de vacunas, porque un cierre de cuarentena como el que tuvimos nos mostró la gran dificultad de obtener y tener disponibilidad de vacunas en un caso como COVID-19. Esa es una prioridad y Colombia debe estar cercana a ese tipo de desarrollos; en Medellín y Bogotá se adelantan algunas iniciativas, pero se debe fortalecer y garantizar recursos de investigación y de inversión en alianzas público-privadas (APP) que permitan generar producción de vacunas a unos costos accesibles para los presupuestos nacionales de los países de la región de las Américas”.
Guerrero Espinel también hace énfasis en que, para enfrentar los argumentos de los movimientos antivacunas, además de educar se debe conversar con la gente y tener una pedagogía que permita entender por qué podemos vacunarnos, por qué tenemos que protegernos, por qué las vacunas han salvado millones de vidas en el mundo entero desde el momento en que fueron descubiertas y se empezaron a aplicar. En esa línea se deben tener formas de comunicación con universidades, escuelas, colegios y centros comunitarios que permitan escuchar de tú a tú los contraargumentos de por qué no se quieren vacunar y dar razones acerca de la importancia de la vacunación.
Para concluir, Guerrero Espinel deja un mensaje: “tenemos que llevar nuestra capacidad de optimismo, de armonía y de consenso para que la salud pública dé un salto cualitativo importante y logre resultados de reducción de brechas y cumplimiento de indicadores en salud pública. Ese es el propósito en el que todos deberíamos pensar, en una forma que nos permita consensos democráticos y participativos, que nos permita estar realmente cerca de las comunidades que se mueren, los niños que mueren sin vacunación, las personas con problemas de pobreza, los habitantes de calle, es allí donde tenemos que estar y posiblemente podamos entender que se requiere más consensos, más democracia, más participación y menos peleas, menos contradicciones, menos tensiones políticas para avanzar en mejor forma por la salud de la gente”.
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