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Abrir el rumbo
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Resumen ejecutivo

Giraldo Valencia, J. C., & Delgado, L. C. (2024). Abrir el rumbo: Una trayectoria para el corto y mediano plazo del sistema de salud colombiano. Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas

 

El sistema de salud colombiano ha atravesado múltiples transformaciones y reformas en las últimas décadas que, pese a los esfuerzos realizados, no han logrado resolver sus problemas estructurales persistentes. Esta trayectoria, descrita metafóricamente como «errancia» desde la implementación de la Ley 100 de 1993, refleja un proceso continuo de búsqueda y adaptación. Ante estos desafíos que exigen soluciones innovadoras y sostenibles, ‘Abrir el rumbo’ ofrece una hoja de ruta para orientar decisiones a corto y mediano plazo, buscando transformar el sistema en uno más equitativo, eficiente y centrado en el paciente. La propuesta se presenta mediante tres enfoques clave. El primero de estos enfoques busca reorientar el sistema de salud. Este concepto implica una recalibración profunda que va más allá de un simple cambio de dirección. Se trata de ampliar la perspectiva, alejándose de una visión centrada únicamente en los aspectos financieros, para adoptar un enfoque más holístico que abarque elementos cruciales como la epidemiología, la demografía, los resultados en salud, la agregación de valor y la calidad de la atención. Esta apertura del rumbo busca alinear el sistema con su objetivo: mejorar y preservar la salud de la población colombiana.

En este contexto de transformación, y de esta primera estrategia, se formulan desde la ACHC siete «propósitos sociedad»:

  1. Reorientar el sistema de salud hacia indicadores que reflejen una mejor calidad de vida. Integrar evidencia para diseñar políticas que aborden enfermedades y determinantes sociales de la salud. (Más vida, mejor vida igual a mayor calidad de vida)
  2. Garantizar un recurso humano suficiente y altamente capacitado para el futuro del sector salud en Colombia
  3. Pacto de sostenibilidad: es necesario aumentar el gasto público en salud y establecer una senda de crecimiento en el tiempo
  4. Defender y reafirmar el compromiso social de un PBS robusto y progresivo como fundamento del derecho a la salud
  5. Hacia un sistema integral de bienestar: ampliando el horizonte de la salud más allá del PBS
  6. Reconocer desde la realidad costos más transparentes y unidades de crecimiento justas que reflejen el mínimo vital de las IPS
  7. Establecer la calidad como el eje central de la cooperación y la colaboración

El segundo enfoque es acerca del manejo de la coyuntura. En el contexto actual, marcado por una crisis financiera, la sobrecarga de las redes de atención y el agotamiento del personal sanitario, se proponen tres acciones clave enmarcadas bajo el concepto de “Protocolo de emergencia”. En primer lugar, recuperar la confianza en el sector mediante mayor transparencia, una comunicación efectiva y el cumplimiento riguroso de los compromisos con usuarios y proveedores. En segundo lugar, integrar en la agenda sectorial el enfoque de agregación de valor al paciente, mejorando la experiencia de atención y optimizando los resultados clínicos. Finalmente, implementar un plan extraordinario de liquidez que contemple medidas como la inyección de capital de emergencia, la reestructuración de deudas y la optimización de los flujos de pago. Estas medidas buscan aliviar la presión actual sobre el sistema mientras se preparan soluciones estructurales a largo plazo.

El tercer enfoque aborda la necesidad de una reforma estructural y continua del sistema de salud. La ACHC, a lo largo de décadas de labor gremial, ha presentado diversas propuestas técnicas en este ámbito. Desde 2010, la asociación ha sugerido alternativas como la administración delegada y un fondo único de salud. Estos conceptos se han desarrollado más a fondo en su reciente propuesta «Ruta lógica hacia una salud progresiva», que identifica desafíos persistentes y plantea cambios fundamentales en la estructura del sistema. Esta propuesta de reforma se cimenta en cuatro pilares esenciales: Formulación inteligente, transformación de los roles dentro del sistema, cambios en la relación de poder, proponiendo una transición hacia una «administración regulada» que permita una mejor gestión de los recursos sin abandonar el concepto de aseguramiento. Se concibe la ADRES 2.0 como el segurador central repotenciado encargado de la coordinación, verificación y auditoría del sistema, con incentivos ligados a la mejora de los resultados en salud. Para apoyar este modelo, se sugieren instrumentos de política como un sistema tarifario, una revolución en la Atención Primaria y la revalorización del talento humano, entre otros aspectos

El documento concluye con una visión aspiracional para el futuro del debate en salud, anticipando un diálogo más maduro centrado en los fundamentales. Se aspira a una narrativa que refleje los verdaderos pilares esenciales de un sistema tales como calidad de la atención, los resultados en salud, el talento humano, los prestadores de salud, así como la prevención y la promoción, orientados al beneficio de toda la población colombiana.

I. Introducción-errancia

Durante las últimas tres décadas, el sistema de salud colombiano ha experimentado una evolución compleja y no lineal, caracterizada por múltiples reformas y cambios legislativos. Desde la promulgación de la Ley 100 de 1993, Colombia ha transitado por diversas iniciativas legales y políticas con el objetivo de mejorar y reestructurar su sistema de salud. Sin embargo, estos esfuerzos no siempre han culminado en los resultados esperados.

A lo largo del periodo 1993-2024 se han presentado numerosas propuestas legislativas que, en su momento, se consideraron como la reforma definitiva del sistema de salud. No obstante, la realidad ha demostrado la persistencia de desafíos estructurales. Adicionalmente, los tres poderes del Estado —Legislativo, Ejecutivo y Judicial— han intervenido en diversos momentos para intentar corregir las deficiencias del sistema.

Hitos en esta trayectoria incluyen la declaración de emergencia social en el 2009, la Sentencia T-760 de la Corte Constitucional del 2008, la promulgación de la Ley Estatutaria de Salud del 2015 y las iniciativas de reforma durante los gobiernos de los presidentes Santos, Duque, incluyendo el pasado Proyecto Ley 339 y el actual Proyecto de Ley Cámara N.º 312 radicado por el gobierno del presidente Petro, el pasado 13 de septiembre. Estos eventos reflejan la complejidad del proceso de reforma y la persistente necesidad de ajustar el sistema de salud colombiano para abordar sus desafíos estructurales, garantizar el acceso equitativo a servicios de calidad y responder a las cambiantes demandas de la población en materia de salud (figura 1).

El proceso de reforma ha enfrentado múltiples obstáculos, desde la resistencia al cambio hasta la dificultad para lograr acuerdos efectivos entre los diversos actores del sector. Se pueden identificar diferentes corrientes de pensamiento en este debate: desde los defensores del modelo establecido en 1993, hasta quienes proponen cambios radicales en la estructura del sistema. También existen posturas que niegan la existencia de una crisis en el sector salud o que minimizan los avances logrados.

Estas dinámicas reflejan la naturaleza compleja y dinámica del sistema de salud colombiano, que continúa enfrentando desafíos prácticos para mejorar su operatividad diaria y garantizar una atención de calidad a toda la población. La diversidad de perspectivas y la dificultad para alcanzar consensos subrayan la necesidad de un diálogo continuo y constructivo entre todos los actores involucrados en el sector salud.

En el 2016 la investigación “Crisis hospitalaria “de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC) se centró en la exploración de la crisis que afecta al sector hospitalario en Colombia, utilizando herramientas avanzadas de minería de texto y análisis de redes sociales, específicamente Twitter (hoy X). El objetivo principal fue analizar cómo la crisis hospitalaria influye en la opinión pública y en la percepción mediática durante el periodo comprendido entre el 2011 y el 2015 (Bernal y Guerrero, 2016).

La investigación se fundamentó en dos escenarios metodológicos principales. El primero fue un análisis de prensa, donde se llevó a cabo un examen exhaustivo de los enlaces de prensa, titulares y contenido de Twitter (actualmente X) relacionado con la crisis hospitalaria. La metodología empleó técnicas de minería de texto, mediante software especializado como R, que permitió extraer y analizar grandes volúmenes de datos no estructurados provenientes de noticias publicadas en el portal de la ACHC. Este proceso incluyó la limpieza y el preprocesamiento de los textos, la eliminación de palabras irrelevantes y la normalización de términos para obtener un corpus de datos apto para análisis cuantitativo.

En el segundo escenario se utilizó un análisis de redes sociales, enfocándose en Twitter para identificar y estudiar las opiniones y reacciones de los usuarios con respecto a la crisis sectorial. Se empleó la generación de nubes de palabras y análisis de clúster para identificar patrones de uso de términos clave y su evolución temporal (figura 2). Este enfoque permitió no solo entender la frecuencia de ciertos vocablos, sino también cómo estos reflejan la percepción de los problemas en el sector salud por parte de la ciudadanía.

El análisis incluyó la recopilación de 1933 artículos de prensa y la extracción de datos de Twitter, con el objetivo de identificar las narrativas predominantes y las percepciones sociales en torno a la crisis del sector. A partir de este conjunto de datos se realizaron análisis estadísticos que culminaron en la generación de histogramas de frecuencia y nubes de palabras, las cuales ofrecieron una visión clara de los términos más utilizados en el discurso sobre la crisis. Además, se aplicaron técnicas de agrupamiento como el análisis de clúster y el método K-medias, lo que permitió clasificar y entender mejor las diferentes facetas del problema a nivel regional y nacional.

Este estudio reveló que las discusiones sobre el sistema de salud en Colombia estaban predominantemente centradas en la crisis financiera y la intermediación económica, mientras que los problemas de salud pública recibían escasa atención. La cobertura mediática carecía de una definición precisa de lo que constituía la crisis hospitalaria, enfocándose en destacar los logros del Gobierno, como las medidas de rescate del sector, en lugar de abordar las denuncias relacionadas con el riesgo financiero que enfrentaban los hospitales.

Además, los titulares tendían a generalizar el término “crisis” sin vincularlo de manera explícita a la prestación de servicios de salud, lo que diluía la percepción de la gravedad del problema. Los análisis estadísticos mostraban una fuerte correlación entre la crisis y los términos financieros, evidenciando que la preocupación principal estaba centrada en los aspectos económicos, relegando los desafíos de salud pública a un segundo plano.

En el 2024 la ACHC, continuando con su labor analítica, realizó un ejercicio de minería de texto sobre 40 foros, audiencias y debates celebrados entre marzo del 2023 y abril del 2024, enfocados en el futuro del sistema de salud colombiano y la reforma en curso. El análisis reveló que los términos más frecuentes en estas discusiones fueron “recursos” y “reforma”, en consonancia con los hallazgos del 2016, donde los aspectos financieros predominaban en el discurso. Sin embargo, emergieron nuevos conceptos como “atención primaria en salud” y “modelo de atención”, lo que evidencia un cambio en la narrativa. Asimismo, preocupaciones más específicas, como “talento humano”, “derecho a la prestación” y “modelo de atención” han ganado relevancia, reflejando una mayor complejidad y profundidad en las discusiones actuales. (ACHC, 2024a)

Un cambio notable es el desplazamiento del enfoque desde actores específicos como las Entidades Promotoras de Salud (EPS) y los hospitales hacia cuestiones estructurales como la integración vertical y la intermediación financiera, lo que indica una maduración del debate.

Finalmente, el enfoque en problemas concretos como las barreras de acceso y la atención de urgencias, en lugar de conceptos más abstractos como el riesgo y la sostenibilidad, sugiere una tendencia hacia soluciones más centradas en el paciente, respondiendo a las críticas sobre la falta de acceso y la calidad de la atención en el sistema actual.

Para los legisladores y formuladores de políticas, este análisis ofrece una herramienta valiosa para identificar los temas más urgentes y relevantes en el debate actual. Les permite alinear sus propuestas de reforma con las preocupaciones principales del sector, detectar posibles brechas en la discusión y comprender mejor la interconexión entre los diversos aspectos del sistema de salud.

El análisis textual del debate sobre la reforma de salud en Colombia ofrece una base objetiva para sintetizar la discusión y asegurar que se aborden integralmente los desafíos críticos del sistema. Este enfoque sirve como punto de partida para un diálogo más informado entre los actores involucrados, reflejando el estado actual del debate y señalando áreas que requieren mayor investigación. Al resaltar temas predominantes y brechas en la discusión, el análisis guía futuras investigaciones y contribuye a un proceso de reforma más informado y potencialmente efectivo para el sistema de salud colombiano.

Los procesos de reforma continua en el sistema de salud colombiano pueden interpretarse como una manifestación de “errancia” en la política sanitaria. Esta dinámica refleja un camino de aprendizaje y adaptación constante, donde la búsqueda de soluciones óptimas evoluciona en respuesta a los desafíos emergentes y las cambiantes necesidades de la población. Así, la política de salud se configura como un proceso iterativo que busca perfeccionar el sistema a través de ajustes sucesivos, respondiendo a la complejidad y el dinamismo inherentes al sector salud en Colombia.

La “errancia”, término que deriva del latín errantia, emerge como una analogía para describir gran parte de nuestra trayectoria en el proceso de reformar el sistema de salud. Desde una perspectiva etimológica, estos vocablos denotan la acción de errar, vagar o extraviarse. No obstante, en un contexto literario y filosófico, adquieren una connotación más profunda que trasciende lo meramente espacial.

La errancia se conceptualiza como un itinerario que describe el viaje existencial del ser humano, un proceso introspectivo de descubrimiento personal que implica búsqueda, exploración e incertidumbre. Este proceso se caracteriza por el aprendizaje experiencial, en una constante búsqueda de sentido y verdad (Álvarez Arocha, 2008).

En el contexto de la reforma del sistema de salud hemos transitado por un camino repleto de desafíos, errores y descubrimientos inesperados. Este proceso de errancia no conlleva necesariamente una connotación negativa, sino que representa una evolución y crecimiento continuos. Considerando las experiencias acumuladas y los aprendizajes adquiridos, es imperativo avanzar hacia la búsqueda de un mayor sentido y eficacia en nuestro quehacer.

Para encontrar un rumbo con propósito, es crucial realizar una serie de reflexiones profundas. En primera instancia, debemos evaluar nuestra situación actual y recalibrar la percepción del sistema de salud. Asimismo, es necesario abordar sus fundamentos y cimientos.

La rectificación del rumbo del sistema de salud requiere agudizar nuestra percepción y análisis crítico. Esto implica un examen minucioso de los indicadores clave y las directrices que orientan los sistemas sanitarios. Es fundamental analizar cómo, a pesar de la existencia de evidencias sólidas, las decisiones en el ámbito de la salud no siempre se alinean con estas. Esta discrepancia subraya la necesidad de recalibrar nuestro enfoque, centrándolo en los fundamentos del sistema actual y en la revisión de las políticas públicas de salud.

II. Abrir el rumbo, una trayectoria, a corto y mediano plazo

El título de este artículo: “Abrir el rumbo”, se inspira en una metáfora náutica que invita a reconsiderar y redefinir la dirección del sistema de salud en Colombia. En la navegación, el rumbo representa la dirección que se sigue en el plano del horizonte, un camino trazado en función de las coordenadas y el contexto del entorno. Esta dirección es esencial para alcanzar el destino deseado y cualquier desviación, causada por turbulencias o cambios en las condiciones, requiere una recalibración del timón para mantener la trayectoria correcta (De Lorenzo et al., 1865).

La pregunta fundamental que debe guiar cualquier discusión sobre el sistema de salud es: ¿para qué existe? La respuesta es clara y contundente: su propósito esencial es preservar y recuperar vidas, mantener niveles óptimos de salud y prevenir muertes. Sin embargo, como se ha evidenciado en estudios previos, las discusiones en torno al sistema de salud en Colombia han estado dominadas por cuestiones financieras, descuidando en gran medida los aspectos cruciales de salud pública. En este contexto, “abrir el rumbo” se convierte en una necesidad imperativa, un llamado a reorientar nuestra mirada hacia los verdaderos fundamentos del sistema de salud, más allá de solo los recursos financieros y la crisis económica.

Este concepto de “abrir el rumbo” no es solo un cambio de dirección; es una recalibración profunda que implica una reflexión crítica sobre la situación actual del sistema de salud y sus cimientos. En la navegación, cuando se amplía el ángulo que forma la visual con un objeto, se logra una perspectiva más amplia del entorno, permitiendo ajustar el rumbo con mayor precisión. De manera similar, el sistema de salud colombiano necesita ampliar su enfoque, alejándose de una visión restrictiva centrada en las finanzas, y acercándose a una perspectiva más holística que abarque aspectos fundamentales de la salud pública, como la epidemiología, la demografía, los resultados en salud para los pacientes, la agregación de valor y la calidad de la atención. Este ajuste en la dirección nos permitirá no solo navegar con mayor seguridad, sino también asegurar que el sistema esté alineado con su propósito esencial: preservar y mejorar la salud de la población.

A continuación, se profundiza en cada aspecto fundamental del sistema de salud por medio de una descripción detallada e ilustrada con cifras actuales. Cada sección concluye con lo que hemos denominado “propósitos sociedad”, que son lineamientos estratégicos hacia los cuales debe orientarse la política del sector.

Estos propósitos sociedad representan objetivos colectivos que trascienden los intereses particulares de los actores del sistema. Son metas aspiracionales que buscan guiar la transformación del sector salud hacia un modelo más equitativo, eficiente y centrado en el paciente. Cada propósito se ha formulado considerando las necesidades de la población colombiana, las tendencias globales en salud y los desafíos específicos identificados en nuestro análisis.

Al presentar esta estructura buscamos no solo ofrecer un diagnóstico detallado de la situación actual, sino también proporcionar una hoja de ruta clara para el futuro del sistema de salud. Estos propósitos servirán como puntos de referencia para evaluar el progreso y alinear los esfuerzos de todos los actores involucrados en la transformación del sector.

a. Reorientar la mirada a los indicadores fundamentales
i. Carga de enfermedad y perfil epidemiológico

Al observar los indicadores de carga de enfermedad del 2019 y las proyecciones hacia el 2050 se identifica una transformación, tanto a nivel global como en el contexto colombiano. Específicamente, el análisis de pronóstico sobre la carga de enfermedad del 2022 al 2050 realizado por el Institute for Health Metrics and Evaluation sobre carga de enfermedad del 2021 revela una transición significativa en el perfil de salud global, marcada por un cambio sustancial de las enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y nutricionales (ETMNN) hacia las enfermedades no transmisibles (ENT). Esta transición epidemiológica, que se espera continúe hasta el 2050, sugiere que el 77,6% de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) estarán asociados con ENT, reflejando un aumento notable en comparación con los niveles registrados en el 2022. Este desplazamiento en la carga de enfermedad plantea desafíos importantes para los sistemas de salud globales, los cuales deberán ajustar sus estrategias de prevención y tratamiento para hacer frente a esta creciente prevalencia de ENT.

Paralelamente, a pesar de las mejoras en la esperanza de vida y la reducción de la carga de enfermedad estandarizada por edad, se proyecta un incremento en el número total de muertes y AVAD debido al crecimiento y envejecimiento de la población. Por ejemplo, se prevé que las tasas de mortalidad en todas las edades aumenten de 756,3 por cada 100,000 habitantes en el 2022 a 967,2 por cada 100.000 en el 2050. Este fenómeno pone de manifiesto la necesidad de estrategias de salud pública que aborden no solo la prevención y gestión de las ENT, sino también los efectos adversos del envejecimiento poblacional, que se convertirá en un factor determinante de la carga de enfermedad en las próximas décadas (Vollset et al., 2023).

Además, las proyecciones revelan disparidades regionales significativas en la evolución de la carga de enfermedad, con los cambios más notables esperados en África subsahariana y Asia del Sur. En estas regiones se anticipa una disminución considerable en la proporción de AVAD atribuibles a ETMNN, lo que indica una transformación en los desafíos de salud predominantes. (Vollset et al., 2023) Sin embargo, estas tendencias también subrayan la persistencia de desigualdades en salud global, donde las variaciones socioeconómicas y demográficas influirán en la distribución y magnitud de la carga de enfermedad. Es fundamental que los responsables de la formulación de políticas consideren estas disparidades al diseñar e implementar intervenciones de salud que sean equitativas y efectivas en diversos contextos regionales.

Por otra parte, en nuestro país la carga de enfermedad en Colombia ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas, reflejando una compleja transición epidemiológica. Este fenómeno se caracteriza por un desplazamiento gradual de las enfermedades infecciosas hacia una predominancia de ENT, un patrón observado en muchos países de ingresos medios (Alvis-Zakzuk et al., 2016).

Las ENT, incluyendo enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes, han emergido como los principales contribuyentes a la carga de enfermedad en Colombia. Según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (GBD 2019 Deseases and Injuries Collaborators, 2024), estas condiciones representaron más del 70% de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) en el país en el 2022. Este aumento se atribuye a factores como el envejecimiento de la población, los cambios en estilos de vida y la urbanización acelerada (Shin et al., 2023).

Paralelamente, se ha observado un incremento preocupante en la carga atribuible a trastornos de salud mental. La depresión y la ansiedad, en particular, han mostrado un aumento significativo en su prevalencia e impacto. Un estudio reciente estimó que los trastornos mentales representaron el 13,5% de todos los AVAD en Colombia en el 2021, un aumento del 2,3% desde el 2010 (Ministerio de Salud y Protección Social, 2023).

Además, Colombia continúa enfrentando una carga significativa debido a la violencia y los traumatismos. Este tema requiere especial atención debido a su impacto constante en la salud pública. Las lesiones causadas por la violencia interpersonal y los accidentes de tránsito siguen siendo factores importantes que contribuyen a la carga de enfermedad en el país (Franco Agudelo, 2003).

Un análisis reciente del Observatorio Nacional de Salud reveló que la violencia y las lesiones representaron aproximadamente el 14% de los AVAD en Colombia en el 2022. Esta cifra, aunque menor que en décadas anteriores, sigue siendo significativamente más alta que el promedio regional. La violencia interpersonal, en particular, continúa afectando desproporcionadamente a los hombres jóvenes y a las poblaciones en áreas de conflicto persistente (Ministerio de Salud y Protección Social, 2023).

Los accidentes de tráfico también contribuyen sustancialmente a esta carga. A pesar de las mejoras en la infraestructura vial y las campañas de seguridad, Colombia registró una tasa de mortalidad por accidentes de tráfico de 15,8 por 100.000 habitantes en el 2022 (DANE, 2023).

En el análisis de la carga de enfermedad en Colombia, es esencial considerar las diferencias significativas que surgen cuando los datos se desagregan por género. A escala global y en el contexto colombiano, se observa que los hombres presentan una mayor mortalidad prematura debido a causas externas como accidentes de tránsito y suicidios. En contraste, las mujeres enfrentan una carga considerable de enfermedades crónicas y problemas de salud mental, como trastornos depresivos y cefaleas, que persisten a lo largo de su vida.

Estas diferencias de género en los perfiles de morbimortalidad reflejan las distintas exposiciones a factores de riesgo y la variabilidad en la atención sanitaria recibida. Asimismo, subrayan la necesidad de que las políticas de salud pública sean más inclusivas y sensibles al género. En lugar de aplicar un enfoque homogéneo, es fundamental que las intervenciones en salud se diseñen teniendo en cuenta estas disparidades, promoviendo una atención más personalizada y efectiva para cada grupo de población.

Al respecto, el estudio realizado por Patwardhan et al. (2024) proporciona un análisis exhaustivo de las disparidades en la carga de enfermedad entre géneros a nivel global, utilizando datos del estudio Global Burden of Disease 2021. Los hallazgos revelan patrones significativos que tienen implicaciones sustanciales para la formulación de políticas de salud pública.

Los resultados indican que las mujeres experimentan una mayor carga de condiciones asociadas con la morbilidad, mientras que los hombres presentan tasas más elevadas de condiciones vinculadas a la mortalidad. Específicamente, las mujeres muestran una prevalencia más alta de dolor lumbar (478,5 AVAD adicionales por 100.000 individuos; IC 95%: 346,3-632,8), trastornos depresivos (348,3; IC 95%: 241,3-471,0) y trastornos de cefalea (332,9; IC 95%: 48,3-731,9). En contraste, los hombres exhiben una carga superior en COVID-19 (1767,8 AVAD adicionales por 100.000; IC 95%: 1581,1-1943,5), lesiones por accidentes de tráfico (1012,2; IC 95%: 934,1-1092,9) y enfermedad isquémica del corazón (1611,8; IC 95%: 1405,0-1856,3) (Patwardhan et al., 2024).

Estos hallazgos subrayan la necesidad de implementar estrategias de salud pública sensibles al género. Para las mujeres, es crucial enfocarse en mejorar los servicios de salud mental y proporcionar apoyo adecuado para trastornos musculoesqueléticos. En el caso de los hombres, las intervenciones deben centrarse en medidas preventivas y campañas de concienciación para reducir los factores de riesgo asociados con enfermedades cardiovasculares y lesiones por accidentes de tráfico.

El estudio también hace énfasis en la importancia de adoptar un enfoque de ciclo de vida en la planificación estratégica de los sistemas de salud. Esto implica desarrollar intervenciones tempranas para prevenir el inicio y la exacerbación de condiciones de salud específicas a lo largo de la vida, así como realizar inversiones para fortalecer y expandir los servicios destinados a condiciones que afectan predominantemente a personas mayores de 50 años, particularmente en países de ingresos bajos y medios (Patwardhan et al., 2024).

La formulación de políticas debe integrar estos hallazgos, asegurando que las estrategias de prevención y tratamiento aborden de manera específica las necesidades de salud de hombres y mujeres. Esto requiere la asignación efectiva de recursos, incluyendo financiamiento para investigaciones centradas en problemas de salud específicos de género y garantizando la accesibilidad y adecuación de los servicios de salud para ambos géneros.

Adicionalmente, se destaca la importancia de la colaboración intersectorial, especialmente con los sectores de educación y social, para promover normas y comportamientos de género saludables desde una edad temprana, lo que puede contribuir a mitigar los riesgos de salud a largo plazo.

En consonancia con estos hallazgos, Gabriela Gil resalta la necesidad de trabajar con datos detallados y desagregados para abordar los desafíos complejos en el ámbito de la salud pública, afirmando que “las grandes soluciones y los grandes movimientos se realizarán en niveles más granulares […] Y eso requiere datos más detallados y desagregados” (como se citó en Krugman, 2024, párr. 9). Este enfoque granular es particularmente relevante en la formulación de políticas de salud, donde las diferencias en la carga de enfermedad entre géneros, regiones y grupos etarios requieren soluciones específicas y adaptadas.