ACHC | Revista Hospitalaria del sector salud

DE LOS PACIENTES
Foto: STOCK
Más allá de una sonrisa saludable
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Es innegable que el acceso a la atención dental, incluidos los chequeos regulares, fue uno de los servicios de salud esenciales más interrumpidos durante los confinamientos por COVID-19. La resistencia de las personas a ir al dentista en tiempos normales se vio exacerbada por el miedo a acudir a una clínica o al no poder hacerlo debido a las restricciones. La indecisión en materia dental siempre ha existido, pero tras más de dos años de pandemia el sector odontológico es uno de los sectores con mejor comportamiento para implementar las medidas de bioseguridad.

Hasta hace muy poco, la salud bucal fue considerada el “patito feo” de los esfuerzos de salud mundial. Históricamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) solo ha aprobado en dos oportunidades resoluciones especiales sobre salud bucodental; la última, irónicamente, tuvo lugar en medio de la pandemia por COVID-19 en 2021, en la reciente 75 Asamblea General de ese organismo, realizada a finales de mayo, en el marco del desarrollo de acciones para prevenir enfermedades no transmisibles (ENT). Allí se aprobó adelantar una estrategia para un nuevo plan de acción mundial que incluya la cobertura universal de los servicios de salud bucodental para 2030, la implementación de programas nacionales, la integración de la salud bucodental en la atención primaria de salud y la optimización de las tecnologías digitales. Además, esta iniciativa prevé que se establezca un marco para el seguimiento de los progresos con metas en salud bucodental que deberán alcanzarse para 2030 y que se debatirá durante la Asamblea Mundial de la Salud de 2023.

Todos aquellos factores que pueden hacer que las personas sean vulnerables a las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT), como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes, son igualmente riesgosos para la salud bucodental. El alto consumo de azúcar, el consumo nocivo de alcohol y el tabaco son tan malos para nuestros cuerpos como para nuestras bocas. La OMS estima que en 2019 había más de 3.500 millones de casos de enfermedades bucodentales y otras afecciones bucodentales en todo el mundo. Durante las últimas tres décadas, la prevalencia mundial combinada de caries dental, enfermedad periodontal (gingival) y pérdida de dientes se ha mantenido en el 45%, un porcentaje más alto que el de cualquier otra ENT.

Ignorar el problema no tiene sentido, ni a nivel financiero ni de otro tipo. En todo el mundo, las enfermedades bucodentales representaron, en el año 2015, 357.000 millones de dólares en costos directos y 188.000 millones de dólares en costos indirectos. El mismo año, se gastaron 90.000 millones de euros en el tratamiento de enfermedades bucodentales en toda la Unión Europea, el tercer gasto más alto entre las ENT, después de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

“Sin una buena salud bucal, no estás sano”, afirmó en una ocasión el exdirector general de sanidad de los Estados Unidos David Satcher, y tenía razón: en gran medida el enfoque aislado para lidiar con la salud bucodental tampoco tiene sentido político. Especialmente cuando consideramos las evidencias disponibles.

Sabemos que las bacterias y la inflamación asociadas con la enfermedad periodontal están relacionadas con las enfermedades cardiovasculares, la artritis reumatoide y los efectos adversos en el embarazo. Por el contrario, también sabemos que las personas que viven con diabetes experimentan niveles mejorados de glucosa en sangre si su enfermedad periodontal (gingival) se controla correctamente.

La prohibición pendiente de publicidad en televisión e Internet de comida chatarra en el Reino Unido antes de las 21:00 hs es un magnífico ejemplo de fomento de una mejor dieta. Otro gran ejemplo es la campaña del futbolista británico Marcus Rashford para promover almuerzos escolares más saludables. En Colombia, recientemente se aprobó la Ley de Comida Chatarra, la cual fue sancionada por el presidente de la República, en la que los grandes protagonistas fueron los padres de familia agrupados por una organización llamada Red Papaz. La llamada “Ley de Comida Chatarra” (Ley 2120 de 2021), que fue promulgada el 30 de julio de 2021 y sancionada el 5 de agosto del mismo año, tiene como propósito principal el etiquetado frontal de advertencia en los alimentos ultraprocesados que excedan su contenido de azúcar, sodio o grasa.

Los padres han abanderado este proyecto que involucra la buena alimentación, los buenos hábitos de vida saludable, el ejercicio diario. Desde la Federación Odontológica Colombiana, promovemos, junto con los educadores, desde hace seis años, el hábito del cepillado diario con la campaña Sonrisas Brillantes, Futuros Brillantes. Esta actividad se celebra el 25 de octubre de cada año, pero se pretende que se establezca en cada municipio del país y que el cepillado se realice al menos dos veces al día para mantener una óptima salud periodontal. 

Las futuras campañas pueden destacar mejor la necesidad de dar prioridad a la promoción de la salud bucodental en las escuelas, las comunidades y los lugares de trabajo, así como garantizar el acceso a los millones de personas que no pueden permitirse los elementos básicos, como la pasta de dientes fluorada.

La pandemia es solo un microcosmos del panorama general que mostró el fracaso para abordar las enfermedades orales de una manera sustantiva y la tardía comprensión que las enfermedades bucodentales son una ENT como cualquier otra.

La nueva estrategia mundial de salud bucodental es un paso en la dirección correcta. Y es un paso que debería haberse dado hace mucho tiempo. El reto en nuestro país es conseguir que las personas vuelvan a las clínicas dentales y, desde la política de salud, entender que la salud bucodental es esencial para salvaguardar la salud en general, así como el bienestar y la calidad de vida de los pacientes.