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Foto: Clínica Palermo
Clínica Palermo: 75 años al servicio de la vida
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La construcción de la Clínica Palermo se inició en 1944 bajo la mentoría de la madre Saint Martín, en un contexto donde aún retumbaban los cañones de la Segunda Guerra Mundial. Fueron 35 las hermanas de la congregación que se encargarían de administrar el centro médico y de servicios asistenciales como la enfermería, tal y como lo habían hecho desde su llegada al país, 150 años antes, en otras instituciones de salud como el Hospital San Juan de Dios, el Hospital San José y la Clínica Marly, entre otros.

El 21 de junio de 1948 abrió las puertas la Clínica Palermo para el servicio de la vida de los bogotanos. “Hoy, 75 años después, queremos conmemorar este acontecimiento recordando a la Hermana Saint Martin, su primera directora. Aún se mantienen firmes sus objetivos armónicos de la congregación de atención a los enfermos sin importar la condición socioeconómica o de credo; la atención de religiosos y religiosas; la prevención de las infecciones y la formación en enfermería”, señala Gerardo Burgos Bernal, su actual director.

En la década de los setenta, se dio apertura a nuevos servicios de la Clínica en cuidados especiales: radiología, laboratorio clínico, unidad de neonatos, ampliación de las salas de cirugía, nuevo edificio de consulta externa y la llegada del primer servicio de ecografía en la ciudad, que marcaron la novedosa tendencia de la institución.

En los años ochenta entró en operación la unidad de cirugía ambulatoria y la unidad de cuidados intensivos, y se construyó el puente peatonal que conecta los edificios hospitalarios y de consulta externa. “En los noventa se dio paso a una nueva institucionalidad, por la Ley 10, la Constitución del 91 y el reto de implementar los principios de universalidad, solidaridad y eficiencia de la Ley 100 de 1993”, explica su director.

Esta década fue de especial recordación para la congregación de las hermanas dominicas por la beatificación de su fundadora Marie Poussepin en 1994. “Esta noticia llegó a la par con nuevos desarrollos tecnológicos y administrativos, que afianzaron la prestación de servicios de alta complejidad y que han permitido a la institución posicionarse, en los últimos 30 años, con una atención orientada a la población cubierta por el plan básico de salud, y sin olvidar nuestra esencia de proteger a los que más lo necesitan”, describió la hermana Alicia Eslava, quien dirigió la clínica en ese entonces.

Coincide en eso su actual director al describir que la Clínica Palermo se ha adaptado adecuadamente a las exigencias institucionales del sector salud, al perfil epidemiológico de la ciudad y a las diferentes demandas de atención. “Seguramente vendrán nuevos desafíos, cambios y retos para el país y para todas las entidades del sector salud. Sin embargo, es el apostolado social de la caridad hacia los enfermos y sus familias el que impera como característica fundamental de su fundadora”, dijo, y finalizó destacando que “esa misión fue dada en su momento por el Pontífice Juan Pablo II (q. e. p. d.) a nuestra fundadora, y hoy permanece bajo la protección de las Hermanas Dominicas dando esa fuerza espiritual para afirmar que sus puertas están siempre abiertas para el servicio de la vida”, concluyó.

En 2001, mediante el Decreto 606, las instalaciones de la Clínica Palermo fueron declaradas como bien de interés cultural del orden distrital. El edificio mantiene sus características que lo han convertido en un ícono arquitectónico de la ciudad, donde el típico color ladrillo, mezclado con el color beige, predomina en sus marcos exteriores de puertas y ventanas.

En estas siete décadas y media, la Clínica Palermo avanzó en la ampliación de su infraestructura y de servicios: pasó de tener dos niveles a contar con cinco pisos y 170 camas entre unidades de cuidado intensivo y hospitalización.

“Sin olvidar la esencia de atender a los más necesitados, el paso de estos 75 años ha permitido a la clínica Palermo adaptarse a los nuevos desafíos de la salud pública y a la demanda de atención de los ciudadanos. Seguramente, vendrán cambios; sin embargo, la caridad hacia los enfermos como esencia seguirá dando la fuerza y el aliento necesario para que mantengamos abiertas las puertas para la salud de los bogotanos”, concluye su director.