Con información del informe del Banco Mundial “Construyendo Sistemas de Salud Resilientes en América Latina y el Caribe: Lecciones aprendidas de la pandemia de COVID-19. 2022”.
Fortalecer los sistemas de salud en América Latina y el Caribe (en adelante, ALC) tras la pandemia por COVID-19 debe ser prioridad. Así concluye el Banco Mundial en su publicación Construyendo sistemas de salud resilientes en América Latina y el Caribe: Lecciones aprendidas de la pandemia de COVID-19, presentada recientemente en Santiago de Chile, con la presencia de los ministros de salud y finanzas de la región, altos funcionarios y representantes de organismos internacionales.
Tras una revisión e investigación del impacto que tuvo la pandemia en las sociedades, en las personas y en los sistemas de salud de América Latina y el Caribe, que evidencian que la COVID-19 desató una crisis socioeconómica y de salud sin precedentes y devastó las comunidades en toda la región, el organismo advierte en su informe que se deben iniciar cambios fundamentales para fortalecer los sistemas de salud, para recuperar el terreno perdido y evitar pérdidas similares en el futuro: “Una mejor recuperación es imperativa, pero va a ser desafiante y requerirá innovación para prepararse mejor para futuras crisis, implementando una cobertura universal en salud efectiva y mejorando los resultados del capital humano”.
Se indicó que la subinversión en salud pública antes de la pandemia dejó a los sistemas de salud en ALC mal preparados: “Aunque alberga solo el 8,5 % de la población mundial, la región representó el 13 % de todos los casos de COVID-19 a julio de 2022. La contracción económica que ocurrió en el momento de la pandemia fue la más larga en los últimos 100 años y la peor a nivel mundial: el PIB para la región se contrajo en 7 % en 2020. Y los 170 millones de niños y jóvenes en la región vivieron uno de los cierres escolares más largos en el mundo durante la pandemia”.
Las lecciones aprendidas de la pandemia pueden servir como catalizadores para una serie de reformas más amplias en el sector salud, como lo señala el Banco Mundial. A pesar de las mejoras en atención de la salud de los últimos 30 años, la pandemia encontró una región que enfrentaba una multiplicidad de desafíos sistémicos. La mayor parte de los sistemas de salud en ALC tienen un desempeño más bajo que el promedio para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): “La fragmentación de la atención de la salud es una de las principales causas de malgasto en la región, derivando en duplicación de tareas, reduciendo de forma significativa la eficiencia del sistema y exacerbando las desigualdades. En promedio, el gasto en salud, si bien creció en los últimos años, es de apenas el 25 % del gasto per cápita de los países de la OCDE, ajustado por poder adquisitivo”, indica el organismo internacional.
La escasa capacidad de los sistemas de salud perjudicó la respuesta de los países para enfrentar los shocks y picos de demanda, en tanto la inversión insuficiente en salud pública antes de la pandemia dejó a los sistemas de salud de ALC con un muy bajo nivel de preparación.
El Banco Mundial propone cinco enfoques estratégicos sobre los que se deberían fijar las inversiones que fortalecer los sistemas de salud, así:
Mejorar el acceso efectivo a la atención en salud, especialmente para los más vulnerables, y brindar una cobertura universal en salud de calidad basada en una atención primaria en salud de alto desempeño y sistemas de salud resilientes.
Invertir en una mejor prevención, preparación y respuesta ante emergencias de salud pública, y garantizar una colaboración eficaz frente a las amenazas para la salud pública
Implementar reformas de financiación de la salud que impulsen una mejor salud de la población y protección financiera, reduciendo el malgasto y las ineficiencias, y asegurando la sostenibilidad financiera de los sistemas de salud.
Implementar intervenciones de desarrollo humano altamente efectivas a lo largo de la vida, especialmente en la primera infancia.
Fortalecer la adaptación de los sistemas de salud al cambio climático para proteger la salud y el bienestar a mediano y largo plazo.
El organismo advierte que, si bien una gobernanza sólida del sector salud es fundamental, los líderes del sector no pueden construir solos sistemas de salud resilientes: “El éxito requiere la coordinación entre múltiples sectores gubernamentales, incluidas las finanzas y otros aspectos del desarrollo humano. Los gobiernos también deben trabajar con el sector privado y la sociedad civil para generar confianza en las instituciones y desarrollar la capacidad de responder de manera efectiva a futuras crisis de salud”, puntualiza.
En este informe también se aborda la crisis de salud mental que dejó la pandemia, la cual se ha hecho evidente con el aumento significativo de enfermedades mentales. La Organización Mundial de la Salud estima que la pandemia llevó al aumento de al menos 25 % en afecciones ya muy prevalentes como depresión y trastornos de ansiedad, afectando desproporcionadamente a las mujeres y reflejado en altas tasas de suicidio en jóvenes. Además, tuvo gran impacto en la salud mental y bienestar de los profesionales de la salud en toda la región.
En la Declaración Ministerial, que se anunció en el marco de la presentación del estudio, los ministros de salud alertaron sobre la necesidad de implementar acciones dirigidas y urgentes para atender la crisis mundial de salud mental: “Esto incluye cambiar mentalidades para abordar los trastornos mentales con la misma destreza, compasión y urgencia que los demás trastornos de salud; invertir en mejores resultados en salud mental para las personas y priorizar programas efectivos e integrales, intervenciones equitativas; y reconocer que la salud mental es un imperativo de la totalidad del gobierno y la totalidad de la sociedad”, sostuvo el informe.
“Los líderes nacionales de América Latina y el Caribe, con el apoyo de socios nacionales e internacionales, hacemos un llamado a los ministros de salud y de finanzas de América Latina y el Caribe para hacer nuevas inversiones en intervenciones costo-efectivas para fortalecer la resiliencia de los sistemas de salud y mejorar los resultados en salud mental, y reportar dentro de un año para discutir acerca del progreso y planes para seguir avanzando en esta agenda. Otros países pueden unirse a este esfuerzo y compartir iniciativas e innovaciones para asegurar que nuestros sistemas de salud sean resilientes, equitativos, financieramente sostenibles, y entreguen mejores resultados en la salud de la población y confianza en los sistemas sanitarios para todos y todas”, concluye la declaración.
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