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Los cimientos técnico-científicos de la gestión en salud en Colombia: Instituto Nacional de Salud, Invima e IETS
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Colombia ha logrado aportar ciencia y tecnología en salud al país y al mundo gracias a la gestión adelantada por sus organismos técnico-científicos: el Instituto Nacional de Salud (INS), el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y el Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud (IETS). No nacieron por generación espontánea: si bien el INS tiene 106 años, el Invima 30 años y el IETS 10 años, la creación de estos institutos obedeció a procesos específicos a lo largo del tiempo, para dar respuesta a determinadas problemáticas en el país.

El INS genera conocimiento técnico especializado en salud pública para la formulación, ajuste y evaluación de políticas públicas, ejerce vigilancia en salud pública y produce insumos de interés especial para la salud pública. El Invima protege y promueve la salud de la población, mediante la gestión del riesgo asociada al consumo y uso de alimentos, medicamentos, dispositivos médicos y otros productos objeto de vigilancia sanitaria. Asimismo, el IETS fortalece la investigación nacional en evaluación de tecnologías en salud, para contribuir al desarrollo de mejores prácticas asistenciales mediante el apoyo en la formulación de políticas públicas en salud; contribuir al logro de la calidad, eficiencia, equidad y sostenibilidad del sistema de salud; y mejorar el acceso equitativo a servicios y tecnologías de salud.

Durante la pandemia, mientras médicos, enfermeras y personal asistencial luchaban contra la COVID-19 en los hospitales e instituciones de servicios de salud, el talento humano del INS, del Invima y del IETS cumplía otro rol fundamental con la búsqueda y procesamiento de información de la pandemia en Colombia, para generar el conocimiento necesario que guiara la toma de decisiones informadas y con el suficiente respaldo científico en la respuesta del país a la emergencia sanitaria.

Esta prueba de fuego que visibilizó y repotenció estas entidades técnicas en el país y el mundo, por su aporte en investigación y manejo de información el personal de las tres instituciones técnicas, también constituyó otra de las primeras líneas de atención a la pandemia, procesando cantidades ingentes de datos y registros que se convirtieron en el insumo para el manejo y toma de decisiones de política pública en el abordaje y gestión en salud ante este hecho sobreviniente.

Pero antes de la pandemia, y mucho más ahora de cara a la atención de los desafíos de la postpandemia, estas instituciones han sorteado y se enfrentan a un sinfín de dificultades para permanecer, crecer y aportar a la gestión de la salud en Colombia, mediante el cumplimiento de su objetivo de contribuir al cuidado, promoción y protección de la salud con conocimiento científico.

El Instituto Nacional de Salud, un referente en vigilancia e investigación de salud pública

Según el Decreto-Ley 4109 de 2011, en su carácter de autoridad científico-técnica y en concordancia con los objetivos definidos en el Decreto 2774 de 2012, el Instituto Nacional de Salud debe desarrollar y gestionar el conocimiento científico en salud y biomedicina para contribuir a mejorar las condiciones de salud de las personas; realizar investigación científica básica y aplicada en salud y biomedicina; promover la investigación científica, la innovación y la formulación de estudios, de acuerdo con las prioridades de salud pública de conocimiento del Instituto; adelantar la vigilancia y seguridad sanitaria en los temas de su competencia, y la producción de insumos biológicos; y actuar como Laboratorio Nacional de Referencia y coordinador de las redes especiales en el Sistema General de Seguridad Social en Salud y el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación.

De esta manera, debe proponer políticas y normas; promover, desarrollar y difundir la investigación científica-tecnológica, y brindar servicios de salud en los campos de salud pública, control de enfermedades transmisibles y no transmisibles, alimentación y nutrición, protección del medio ambiente y salud intercultural, para contribuir a mejorar la calidad de vida de la población.

Después de más de 106 años, que iniciaron el 24 de enero de 1917, cuando los doctores Bernardo Samper y Jorge Martínez fundaron el Laboratorio Samper Martínez, que por su proyección pronto se convirtió en un centro de investigación de producción de insumos para la salud pública y donde se produjo vacuna antirrábica y los primeros sueros antidiftéricos del país, son múltiples los logros del instituto y varios cientos de publicaciones que atestiguan la productividad científica del INS, constituido en centro de referencia nacional para muchas enfermedades y mundial para otras.  

La historia de sus primeras décadas da cuenta de acciones determinantes para la salud pública del país, como el desarrollo de la Primera Encuesta Nacional de Salud en 1925; la producción de quinina para el tratamiento de la malaria, el estudió de la viruela y la producción de la vacuna que años más tarde condujo a su erradicación; la producción de vacunas contra la fiebre amarilla y la fiebre tifoidea; la primera vacuna colombiana contra la aftosa; la producción de BCG (vacuna antituberculosa); la elaboración del primer perfil de salud, morbilidad y mortalidad de los colombianos, y los primeros análisis de alimentos, entre otros.

En los años recientes, ha fortalecido su estructura para responder a los diferentes desafíos que la salud pública le ha impuesto en diversos momentos; por ejemplo, con la llegada del dengue a Colombia creó la Red Nacional de Entomología, el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila), el Observatorio Nacional de Salud (ONS), encargado de generar evidencia para informar la toma de decisiones en política pública, y el Centro de Operaciones de Emergencias en Salud Pública (COEESP), entre otros.

Ante la llegada de la pandemia por COVID-19 a Colombia, en 2020 el INS, bajo el liderazgo de Martha Ospina, diseñó una estructura funcional con cinco grandes líneas de trabajo, para dar respuesta a la pandemia, mientras mantenía su operación normal. Parte fundamental de la respuesta fue la vigilancia en salud pública soportada en el Sivigila, que fortaleció el modelamiento matemático para que el país tuviera una aproximación cercana a los escenarios y proyecciones de la pandemia. En cuestión de meses, el país pasó de hacer 2.000 pruebas en el laboratorio del INS, a contar con 221 laboratorios de biología molecular con capacidad de 150.000 PCR diarias en 27 departamentos, un distrito y 21 laboratorios, incluido el del INS, para la secuenciación genómica del SARS-CoV-2 y de microorganismos emergentes.

Gracias a la capacidad desarrollada, científicos del INS, mediante análisis filogenéticos y evolutivos, detectaron, identificaron, estudiaron y describieron por primera vez en Colombia la variante B.1.621, bautizada “Mu” (μ – letra griega) por la OMS. Ellos lograron su plena caracterización y analizaron su rápida dispersión por el país, al punto que fue responsable del tercer pico de la pandemia con gran número de contagios, muy superior a los anteriores. Luego, la OMS la clasificó como variante de interés mundial.

La pandemia le dio a Colombia la posibilidad de crecer en genómica, diagnóstico, laboratorios e investigación, y esa ampliación de su capacidad de respuesta posibilitará la defensa ante futuras emergencias sanitarias.

Fortalecimiento, reestructuración y desconcentración: los nuevos nortes del Instituto Nacional de Salud
Giovanny Rubiano-Director del INS

El fortalecimiento de los Laboratorios Departamentales de Salud Pública y de las Direcciones Técnicas, la vigilancia epidemiológica en tiempo real con participación comunitaria, la desconcentración de la actividad misional y el desarrollo de capacidades en los territorios, la reestructuración organizacional y reclasificación salarial, la producción de vacunas y el fortalecimiento de lazos de cooperación latinoamericanos son las estrategias que orientarán la gestión del Instituto Nacional de Salud (INS) en el mediano plazo.

El actual director Giovanny Rubiano García explica que el desafío es construir nuevos escenarios para la salud pública en el país, fortaleciendo la capacidad de respuesta institucional en sus diversos frentes, y desconcentrando el ejercicio de sus funciones para ganar más movilidad y oportunidad en los territorios, especialmente en los más afectados.

Para empezar, el fortalecimiento de los Laboratorios Departamentales de Salud Pública (LDSP), será una prioridad en esta administración, como lo explica Rubiano García: “De 33 Laboratorios Departamentales de Salud Pública, 20 se encuentran muy por debajo de la calificación en el cumplimiento de estándares de calidad, y de estos, seis laboratorios están en cese de operación técnica desde hace más de ocho años. Esto quiere decir que el 60 % de los LDSP no tienen la capacidad de desarrollar su función técnica operativa, y muchos de esos laboratorios están en zonas donde históricamente se presentan más dificultades y problemáticas en salud pública. Nosotros vamos a trabajar con el compromiso de las entidades territoriales, para asegurar que sus Laboratorios de Salud Pública funcionen cumpliendo estándares de calidad”.

Como operador de la vigilancia en salud pública, el INS vigila brotes y eventos de origen conocido o emergente que pueden causar gran afectación a la población, como las epidemias, por ejemplo. Luego de detectar los casos, procede a diagnosticarlos y formular planes de respuesta para contener la afectación a la comunidad.

Para cumplir esta función, el INS cuenta desde 2007 con el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila), una herramienta reconocida en el país y de amplio uso por parte de investigadores, medios de comunicación, estudiantes, entidades, y todo tipo de profesionales que estudian e informan sobre salud pública. Señala el director Rubiano que apostarle ahora a la vigilancia epidemiológica en tiempo real “se refiere específicamente a mejorar la oportunidad en la detección de los casos; que no solo se espere a que las personas consulten a los servicios de salud, sino que se pueda hacer desde la comunidad”.

Y explica: “Si analizamos, por ejemplo, un evento de interés para el país y de especial importancia en este Gobierno como la desnutrición en menores de cinco años, encontramos que las cifras que reportamos para este evento pueden requerir que los niños y las niñas accedan a los servicios de salud. Perdemos tiempo valioso para la detección oportuna de un caso y su ingreso al sistema de salud local. Mi propósito es que podamos hacer una vigilancia en salud pública, como la hemos venido desarrollando, pero con la participación de la comunidad y el desarrollo de capacidades y presencia permanente del INS en el territorio”.

Para hacer esa vigilancia epidemiológica en tiempo real, es necesario fortalecer capacidades en los territorios y promover la participación activa de la comunidad. Así lo detalla Rubiano García: “He dicho que una de mis estrategias es la desconcentración del INS. No solo entrenaremos en vigilancia comunitaria para la identificación del evento a personal de la región, sino que este personal permanecerá en el tiempo. Pasaremos de esperar un reporte por parte de la institución de salud o la entidad territorial, a desarrollar adicionalmente en el sitio nuestras funciones de vigilancia y otras misionales, de manera muy articulada con la comunidad, los actores del sistema de salud, la academia y las sociedades científicas. Será un verdadero escenario para la salud pública”.

Como parte de este proceso, se fortalecerá la estrategia de capacitación y entrenamiento en el programa de Epidemiólogos de Campo en los territorios, que posibilitarán una reacción más oportuna y eficiente ante cualquier eventualidad, al trabajar directamente con la comunidad.

Como referente en salud pública, el INS enfatizará su gestión en la desconcentración de sus funciones para ganar más movilidad y oportunidad en territorios visiblemente más afectados y con gran deterioro histórico de la salud pública; así lo indica Rubiano García: “Me estoy refiriendo a La Guajira y al Chocó, por ejemplo, entre otras regiones de la Colombia dispersa y rural. Llegar a esos territorios en zonas alejadas requiere de una gran capacidad del Estado. Ese retorno a la esencia de la salud pública, con una amplia articulación e involucramiento de la comunidad en la solución de sus propios problemas de salud y desde una perspectiva intersectorial, entre otras, conlleva un ejercicio novedoso y arduo que estamos decididos a lograr. Necesita de una amplia convocatoria de actores del sistema y de la sociedad, desde todos los sectores, y de un trabajo articulado y profundo con autoridades sanitarias locales y el Ministerio de Salud”.

Fortalecimiento institucional

Rubiano García sostiene que el Instituto, como cabeza técnica de las redes de laboratorios en salud pública, de la vigilancia epidemiológica, de la Red Nacional de Trasplante de Órganos y Tejidos, de la Red Nacional de Bancos de Sangre, debe fortalecerse institucionalmente para optimizar el cumplimiento de sus funciones misionales.

El Laboratorio Nacional de Referencia (LNR) está conformado por ocho grupos de laboratorios: Entomología, Genética, Micobacterias, Microbiología, Parasitología, Patología, Virología, y Química y Toxicología. Estos laboratorios hacen diagnóstico, confirmación e investigación de patologías de origen bacteriano, parasitológico, viral, fúngico, enfermedades de trasmisión vectorial, transmisión sexual, zoonosis, respiratorias, entre otras.

El LNR hace parte fundamental de programas de erradicación, eliminación y control de enfermedades como poliomielitis, sarampión, rubéola, malaria, dengue, fiebre amarilla, rabia, sífilis gestacional y congénita, así como de enfermedades de alto impacto en salud pública como el dengue, VIH/SIDA, hepatitis, encefalitis, influenza y otras enfermedades emergentes.

El INS apoya la publicación del informe sobre la calidad del agua para consumo humano, SIVICAP, que es el Sistema de Vigilancia de la Calidad del Agua Potable en el país y que es responsabilidad de las entidades territoriales, alcaldías y gobernaciones en cada municipio y departamento. Y apoya los grupos funcionales de la Subdirección de Vigilancia y Control para el estudio de brotes o epidemias, y al Sistema de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila). Además, cuenta con dos grupos que hacen coordinación nacional de redes: la Red de Trasplantes de Órganos y Tejidos, y la Red de Sangre.

Explica el director del INS que, para garantizar la continuidad en el cumplimiento de funciones misionales, hay que trabajar en varios frentes: “Será prioridad el fortalecimiento de los ocho laboratorios institucionales de referencia en lo relacionado con el recurso humano, tecnología, procesos estructurales y sistemas de información, de manera que puedan gestionarse cumpliendo altos estándares de calidad. Se deben mantener y renovar los procesos de acreditación de los ensayos de los laboratorios nacionales de referencia, así como fortalecer la vigilancia por laboratorio de los eventos de interés en salud pública; además, continuar las alianzas estratégicas para desarrollar los estudios y encuestas nacionales, que dan información oficial al país para tomar las decisiones sobre sus diferentes estrategias de intervención”.

Asimismo, indica Rubiano García que se debe trabajar en el fortalecimiento de la entidad, muy limitada en su funcionamiento estructural, por lo que es necesario formular un proceso de reestructuración organizacional y reclasificación salarial: “Tenemos científicos que, lamentablemente, no cuentan con una remuneración justa y acorde con sus aportes a la ciencia, la tecnología y el desarrollo del país”.

Ese reforzamiento institucional pasa por el fortalecimiento de las Direcciones Técnicas del INS: la Dirección de Redes en Salud Pública, la Dirección de Vigilancia y Análisis del Riesgo en Salud Pública, la Dirección de Investigación en Salud Pública y la Dirección de Producción, lo mismo que el Observatorio Nacional de Salud encargado de generar evidencia para informar la toma de decisiones y guiar la formulación de políticas en salud del país.

Otros desafíos a mediano plazo

El director del INS recalca que el Instituto se está concentrando en la formulación y desarrollo de proyectos de investigación con impacto comunitario y poblacional, así como en la implementación y traducción del conocimiento para que este sea usado en las comunidades.

También se revisará la gestión en materia de trasplantes en Colombia, indicó el directivo: “El INS tiene una tasa de donación de 6,4 donantes por millón de habitantes y una tasa efectiva de trasplantes de 23,2 trasplantes por millón de personas. Entonces, llegar a modelos como el español, que tiene tasas de donación y trasplantes mucho más altas, exige revisar incluso cómo funcionan esos modelos en otros países y qué podemos implementar en el país. Y se hará una revisión de la enfermedad renal, porque tenemos una progresión de esta enfermedad a estadios 4 y 5 en una porción de casi 100.000 colombianos, y revisar qué pasa con tejidos como el de córnea. Ambos concentran una lista de espera de alrededor de 4.300 personas”.

Otro frente importante de acción será la producción de vacunas en el país, reiteró Rubiano García: “Tenemos la responsabilidad técnica de avanzar conjuntamente con el Ministerio de Salud en el proyecto de producción nacional de vacunas. Recordemos que el INS fue pionero y productor por muchos años de vacunas virales, vacunas bacterianas, sueros hiperinmunes, pruebas diagnósticas, farmacéuticos y medios de cultivo, que se dejaron de producir en 1999”.

Asimismo, agregó que se busca la mejor alternativa: “La figura bajo la cual desarrollaremos la producción de vacunas, que tiene todo que ver con el ejercicio de la soberanía sanitaria, será uno muy parecido al de Brasil y México, que hacen una parte del proceso de producción en el territorio. Este tema está avanzando. Llevamos poco más de tres meses, en donde hemos orientado el esfuerzo para lograr otro de los propósitos del Gobierno del presidente Gustavo Petro”.

Y partiendo de reconocer que el INS goza de gran posicionamiento internacional en el contexto regional e, incluso, mundial, siendo referente en distintos frentes, se buscará estrechar lazos de cooperación en Latinoamérica, como lo indicó el director: “El INS tiene aliados naturales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y los Centros para el Control y Prevención y de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, con los que tenemos lazos de cooperación técnica de más de 20 años. Ahora estamos dando un giro para fortalecer nuestros lazos con Brasil, México y otros pares en la región, para profundizar y retomar nuestras relaciones en áreas como la investigación. Como países de un mismo continente, sabemos que compartimos muchos problemas de salud pública similares y con grandes retos en la salud de nuestras poblaciones”.

Pero además de contar con los recursos que atrae el INS mediante la figura de cooperación internacional, también debe asegurar recursos para su funcionamiento, concluyó Rubiano García: “Siendo una entidad con la importancia que tiene para la vigilancia y respuesta a amenazas como virus emergentes y reemergentes, para el control y seguimiento a 107 eventos de interés en salud pública, para la coordinación técnica de distintas redes en salud pública, debe contar con recursos suficientes desde el Plan Nacional de Desarrollo para cumplir su actividad misional y para funcionamiento”.

Sivigila, un Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública robusto y confiable

El Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila), del Instituto Nacional de Salud, es reconocido en Latinoamérica como uno de los sistemas de información más robustos por la calidad y confiabilidad de sus datos: desde 2007 colecta datos de 106 enfermedades o eventos de interés en salud pública (y, desde el 2020, también de COVID-19), suministrados por más de 11.000 instituciones de salud de todo el país.

Sivigila realiza la provisión sistemática de información sobre la dinámica de eventos que afecten o puedan afectar la salud de la población colombiana, para orientar políticas y planificación en salud pública; tomar decisiones para prevención y control de enfermedades y factores de riesgo en salud; optimizar el seguimiento y evaluación de intervenciones; y racionalizar y optimizar los recursos disponibles y lograr la efectividad de las acciones, propendiendo por la protección de la salud individual y colectiva.

En Sivigila se recolectan los datos sociodemográficos nominales de las personas identificadas en esos 107 eventos en un solo sistema, a diferencia de otros países que reportan número de casos y no casos específicos. Con la información de Sivigila, las entidades territoriales departamentales, municipales y distritales realizan acciones de control en su jurisdicción.

Sivigila se adaptó a nuevas necesidades por eventos emergentes, como influenza AH1N1, Chikungunya, Zika y COVID-19: al adicionar datos de este último, pasó de captar más de un millón y medio de datos de 106 enfermedades, a captar 20 millones anuales de datos.

Esos 20 millones de nuevos registros se refieren solo a la Data estructurada de la notificación de datos de COVID, pero se integró información de otras fuentes durante la pandemia. Esta integración generó información diaria y datos abiertos de COVID desde el 6 de marzo de 2020 hasta el 1 de mayo de 2022, fecha a partir de la cual se convirtió en reporte semanal como se mantiene hasta hoy en 2023.

A la fuente del Sivigila se integró la Red Nacional de Laboratorios a través de SisMuestras COVID-19, repositorio al cual llegan todos los resultados de PCR o pruebas de antígenos; se integró información de SegCovid19, plataforma del Ministerio de Salud para seguimiento de pacientes; y del RUAF (Registro Único de Afiliados), para incluir diariamente los datos de fallecidos por COVID-19 según los certificados de defunción.

En el solo Sivigila se pasó de unos 2 millones a casi 20 millones de registros en un año; en SisMuestras, desde 2020 hasta julio de 2021, cerca de 14 millones de registros. Desde 2020 y hasta julio de 2021, se procesaron cerca de 15.000 registros de SisMuestras diarios; en SegCovid19, un promedio de casi 3.000 ingresos diarios y 67.000 egresos diarios; y en RUAF, en 2021 se procesaron 230.000 registros todos los días.

También se crearon unos dashboard (tablero o cuadro de mandos) por eventos, con información desde 2007 hasta 2021, con detalle de IPS, EPS, desagregación por sexo y municipio, información para uso del Instituto y de todos los niveles del sistema de salud.